Pandemia, cambios en tu rutina y vida

Pandemia, cambios en tu rutina y vida

¿Cómo afecto tu vida la pandemia?

Los años 2020 y 2021 fueron años muy complejos a nivel mundial por la actual pandemia del coronavirus, llego a hacer cambios muy bruscos en nuestras vidas, disminuyó la movilidad, cambió la forma de trabajar, las creencias que teníamos e incluso la forma de relacionarnos con los demás.

Se descubrió que el teletrabajo era una opción para seguir trabajando y que las reuniones por zoom eran igual de efectivas. La educación a distancia también se convirtió en una realidad, no solo para los escolares y universitarios, ya que se masificó el uso de los cursos on line.

Muchos, por no decir todos, nunca habíamos vivenciado una pandemia tan grande de manera consciente, porque no olvidemos que tenemos otra pandemia que no quiere ser vista, que es el sedentarismo y la obesidad.  

Lo desconocido generó incertidumbre y miedo en varias personas, en otras provocó angustia, pena, ansiedad y quizás cuantas emociones más en la población general. Las conversaciones comenzaron a centrarse solo en este tema, las noticias en televisión, radio e incluso en Redes Sociales solo se enfocaban en el virus y sus consecuencias, había una histeria colectiva generalizada. Los supermercados se llenaban de gente que quería comprar mercadería para meses, mientras en otros lados las ollas comunes se hicieron presentes a diario, ya que había gente que simplemente dejó de tener ingresos.

Sin duda, fueron años complejos a nivel emocional y de movilidad.

El Covid-19 es un virus del cual no se tiene mucha información, sabemos que no es un virus nuevo y que tuvo un comportamiento particular propagándose por todo el mundo de manera muy rápida, lo que generó medidas reactivas frente al cuidado personal y de protección. Esto provocó cuarentenas y aislamiento, provocando el encierro de las personas en sus casas y con restricciones sanitarias.

¿Cómo nos afectó estar en cuarentena prolongada?

Una cuarentena significa encierro total y aislamiento.  Si a eso le súmanos que las viviendas, por lo menos en Chile, son reducidas en la mayoría de las zonas urbanas, provocó una disminución de la actividad física espontánea en las personas y el nivel de ejercicio se vio afectado por cierres de locales, gimnasios y centros que impartían diversas actividades (si no sabes la diferencia entre actividad física y ejercicio, te recomiendo leer el siguiente artículo de mi blog).

El encierro generó una población más sedentaria con altos niveles de estrés, la mayoría abastecidas con comida y tecnología a su disposición (aplicaciones de películas, televisión por cable, computador, redes sociales). ¿Se imaginan ahora el estrago que provocó en nuestros cuerpos al sacar el movimiento de la ecuación? Por ejemplo, un departamento de 40m2 se debía adaptar para que convivieran las 24 horas un grupo familiar de 4 personas, donde 2 debían realizar teletrabajo y otras 2 con clases online. Se improvisaron oficinas en dormitorios, cocinas y terrazas. Obviamente el espacio disponible para realizar pausas saludables o un poco de entrenamiento era casi nulo. Ya no existía esa caminata de la casa al trabajo o al colegio, ya no existía esa salida a vitrinear o la escapada al parque con los niños.

Video 1. Actitud sedentaria de cuarentena

¿Qué pasó con nuestro balance energético?

Nuestro cuerpo está hecho para el movimiento, pero necesita de energía para realizarlo. Es ahí donde entra la ecuación ejercicio-comida: existe un balance energético relacionado con la energía que gastamos y la energía que consumimos.

La energía gastada principalmente viene de 4 procesos: 

1.   Tasa metabólica basal: es la mínima cantidad de energía que un organismo requiere para estar vivo y representa entre 60-70% del gasto energético total en adultos sedentarios, mayoritariamente.

2.   Termogénesis de los alimentos: es la energía necesaria para el proceso de digestión, absorción, transporte, metabolismo y almacenamiento de los micronutrientes. El incremento en el gasto energético varía de 5-10% para carbohidratos, 0-5% para grasas, y de 20-30% para proteínas.

3.  Ejercicio: el gasto energético varía entre el 25 al 75% del gasto total. El período de la vida de mayor disminución de actividad física es entre la adolescencia y la adultez.

4.  NEAT (Termogénesis de actividades sin ejercicio): gasto energético de nuestro día a día, movernos, caminar, subir escaleras, pasear a la mascota, hacer mudanzas, entre otros.

Imagen 1. Gasto energético

Durante la pandemia, este gasto energético se vio alterado, disminuido por las restricciones de movilidad y la gran mayoría de las personas comenzó a tener un consumo de comida mayor, generando un desbalance energético: gastando poco y consumiendo más, por lo que comenzamos a reservar energía en nuestros adipocitos.  Sucumbimos al pedido de comida preparada o a las recetas de la abuela de pan amasado y repostería.

Esto lleva claramente a un aumento de peso y sedentarismo, dos grandes factores que desencadenan en enfermedades crónicas no transmisibles.

Más allá de lo físico ¿Cómo estuvo tu salud mental?

La incertidumbre de estar viviendo un periodo de pandemia provocó sentimientos y emociones como ansiedad, miedo, desesperanza, angustia, dolor y muchos más. Lo que produjo cambios tanto el ánimo, sueño y en la forma de alimentarse. Algunas personas comenzaron a tener síntomas de depresión, otros a tener insomnio cada vez más constante, algunos calmaban sus nervios en la cocina.

Se generó un estrés a nivel del organismo que nos mantuvo en estado de alerta los primeros meses de pandemia. Y cómo bien sabemos, nuestra mente es quien domina a nuestro cuerpo, lo que provocó estragos.

Ahora ¿Qué podemos hacer?

Si bien, aún estamos en modo pandemia, ya está todo un poco más controlado porque tenemos mecanismos protectores de protección personal (mascarillas, guantes, alcohol gel). medidas sanitarias a nivel nacional (aforos y restricción de algunas actividades) y se fueron desarrollando vacunas. Podríamos decir que nos acostumbramos poco a poco luego de casi dos años en pandemia y que ha vuelto la “normalidad” nuestras vidas.

Para cuidar tu salud mental, en cualquier escenario, te recomiendo:

 Enfocar tus recursos y esfuerzos en buscar soluciones y accionar para mejorar. Enfoca el 5% de tus ganas en el problema y el 95% en darle una solución. 

Realizar una autoreflexión de tus comportamientos y accionar para cambiarlo.

Buscar tu motivación en lo más profundo de tu ser, que sea algo tan grande e importante para ti que nada ni nadie pueda derribar tus acciones.

Tomar los problemas como retos y enfréntalos con entusiasmo, que tu motivación sea más fuerte para sobrellevarlo.

Pensar que cada acción, paso o decisión que das está construyendo tu objetivo o meta. Debes estar consciente del poder que tienes para conseguir y transformar las cosas.

Por último, tú eres dueña de tu destino, de tu éxito y de tu cuerpo. Eres lo que quieres ser.

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